jueves, 2 de abril de 2015

Un magistrado que si entendió que la ética y el Derecho van de la mano

Por: Jorge Uribe Piedrahita
Comunicador Social /Organizacional
Periodista
Especialista en Mercadeo Gerencial
Docente Universitario
Líder Coach

Carlos Gaviria Díaz nació en Sopetrán, Antioquia el 8 de mayo de 1932; fue abogado, magistrado, senador, candidato presidencial, juez y profesor universitario.

Coloquialmente, dicen que no hay muerto malo y que siempre que fallece un político se trata de martirizar su imagen para fines electorales o para ganar adeptos. En el caso de Carlos Gaviria Díaz, trataré de hacer un bosquejo de su vida y obra y del por qué puede llamarse el ex magistrado decente y uno de los juristas más importantes en la historia del país.

A uno de los hijos mayores de Sopetrán, le mecieron su cuna en una sierra antioqueña desde el 8 de mayo de 1937; desde entonces, el país fue testigo de cómo el esposo de María Cristina Gómez, se convirtió en abogado, profesor universitario, magistrado, senador, candidato presidencial y político. Fue Presidente del Polo Democrático Alternativo y uno de los más leales opositores al gobierno de Álvaro Uribe Vélez, de quien fue profesor en la década del 70. También fue una de las figuras más representativas del izquierdismo en Colombia.



Como político defendía el uso de la dosis personal y la despenalización del consumo de drogas, el aborto como práctica legal, la muerte asistida cuando la enfermedad es terminal, la conciliación entre el país y las FARC, y el Estado de Derecho. Su muerte concluye la obra de un jurista impecable y un académico digno de admiración: Profesor durante treinta años, decano y vicerrector de la Universidad de Antioquia; y vicepresidente del Comité Regional por la defensa de los Derechos Humanos en Antioquia a finales de la década de los 80. Abogó siempre por la defensa de los derechos humanos, actúo de juez y magistrado, en aquella época en la que eran respetables por su comportamiento y porque accedían a esos cargos por méritos más no por abusos de poder.

Un político que soñaba con la reconciliación y la paz. Un hombre colmado de cultura, que hizo gala de aquello que llamamos: El decano de la justicia. Como magistrado de la Corte Suprema, se distinguió por su postura frente a la situación de las cárceles en la construcción de la doctrina del "Estado de cosas inconstitucionales" y la defensa de las minorías. Tuvo que exiliarse en Argentina para defender su vida, pues al lado de figuras como Leonardo Betancur y Héctor Abad Gómez, luchó por las minorías y el libre desarrollo de la personalidad. Sin embargo, su existencia se vio amenazada luego del asesinato contra su amigo Abad Gómez por bandas paramilitares en complicidad con fuerzas del Estado. 

Su trabajo político se desarrolló, profundamente, durante su permanencia en el Polo Democrático Alternativo, en el ejercicio como Senador de la República desde 2002; y la candidatura presidencial en 2006, cuando obtuvo 2.613.157 votos y ocupó el segundo lugar luego de Álvaro Uribe Vélez; su fuerza electoral ubicó a su partido en una posición reconocible y abrió las puertas para que otros militantes del mismo, pudiesen alcanzar el segundo cargo más importante de Colombia: La Alcaldía de Bogotá. 

A sus 77 años de edad, Gaviria Díaz abandona el país en un momento coyuntural para la Justicia y la Corte Suprema, esa misma que tanto defendió desde la Constitución del 91 y en la que fue Presidente en 1996. Es más, en declaraciones recientes, se inclinó por la renuncia inmediata de Jorge Pretelt, para evitar que se enlodase la imagen de la Institución. 


Con la muerte de Carlos Gaviria, se va la esperanza de contar con una justicia decente y no prostituida por sus padres, se va el izquierdista liberal, aquel hombre que apoyó a la comunidad LGBTIP sin discriminación y con mesura, ese hombre agnóstico, que no era ningún comunista disfrazado sino un liberal en el sentido más puro de la palabra, y eso se vio reflejado en todas las acciones de su vida pública.

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