jueves, 2 de abril de 2015

San Juan Pablo II, el Papa que simuló la labor del sol

Por: Jorge Uribe Piedrahita
Comunicador Social /Organizacional
Periodista
Especialista en Mercadeo Gerencial
Docente Universitario
Líder Coach
San Juan Pablo II fue el papa 264 de la Iglesia Católica, uno de los más importantes en la historia de la humanidad. Su legado trascendió los muros que encierran el Estado de la Ciudad del Vaticano, al punto de llamársele el Papa Viajero.

"Hermanos y hermanas, a las 21:37 nuestro amadísimo Santo Padre, Juan Pablo II, ha marchado a la casa del Padre", así lo anunciaba desde El Vaticano el cardenal argentino Leonardo Sandri, el 2 de abril de 2005; mientras las campanas de la Plaza de San Pedro se unían al luto que inundaba al mundo católico. Un silencio sepulcral llegaba desde Roma hasta los diferentes rincones del universo. Había fallecido quien durante 26 años actúo como el líder supremo del catolicismo y Jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano. El mismo que fue canonizado en 2014, durante el pontificado del argentino, Jorge Marío Bergoglio, conocido como el Papa Francisco. 

El 2 de abril de 2005, falleció Juan Pablo II, los actos fúnebres reunieron a los principales lideres mundiales y delegaciones de todos los países del Planeta Tierra.
Y es que ya se cumple el décimo aniversario de la desaparición física de quien jugó un rol significativo en la caída del muro de Berlín y con ello, el fin de la presión violenta y catastrófica que ejercía el comunismo en el viejo continente. Nacido en Wadowice, Polonia, el 18 de mayo de 1920 como Karol Jozef Wojtyla; se convirtió en uno de los líderes más influyentes del siglo XX, y en el símbolo ideal del anticomunismo. Atacó fuertemente la expansión del marxismo por lugares de Iberoamérica y se convirtió en el trotamundos más famoso de la historia de la humanidad. 

El Papa diplomático, el Papa político
Desde su ascenso al poder, Wojtyla, un experto jugador de ajedrez y actor; descentralizó su estancia en El Vaticano y empezó a recorrer el mundo. Se mostró más cercano y se propuso conquistar a la juventud.
Juan Pablo II fue un Papa atípico, diferente a sus antecesores, descentralizó su estancia en El Vaticano para recorrer el universo a la par del sol, llegó a territorios jamás visitados por un pontífice e intervino con decisión en históricos conflictos como el de Chile y Argentina entre 1978 a 1983, cuando, a través de la mediación del Cardenal Antonio Samoré, más conocido en el mundo religioso como el Kissinger del Vaticano; evitó la guerra entre ambos país suramericanos y negoció una salida pacífica a la disputa sembrada por los dictadores caprichosos Pinochet en Chile y Videla en Argentina. En ese entonces, el polaco puso en funcionamiento su capacidad diplomática y logró la firma del Tratado de Paz y Amistad el 29 de noviembre de 1984 entre ambas naciones.

Su primer viaje internacional lo realizó a República Dominicana y México, país que siempre amó y con el que creó un lazo que trascendió las fronteras. Siempre decía que después de Polonia, México era su Patria amada.
Y es que quizás el hijo menor del matrimonio de Karol Wojtyla y Emilia Kaczorowska, jamás pensó que llegaría a ocupar el cargo más importante en la religión católica y uno de los más significativos en el universo: La cabeza visible de esta Iglesia, del Colegio Episcopal; Jefe de Estado y Soberano de la Ciudad del Vaticano; Sucesor de Pedro y representante de Dios en la Tierra. Sin embargo, entre las intrigas del cónclave del 78 y ante las muertes de Pablo VI y Juan Pablo I; fue electo como Vicario de Cristo. Ese mismo que en su juventud se destacó por su habilidad para el ajedrez, o su capacidad actoral, una combinación perfecta que le ayudaría desde 1941, a conquistar el mundo.

El 21 de enero de 1998, Juan Pablo II visitó a Cuba. Fue recibido por Fidel Alejandro Castro Ruz, quien por ese entonces jugaba a ser Presidente de la Isla caribeña.
Los nazis asesinaron a su padre en ese mismo año; y el joven Wojtyla tuvo que abandonar sus estudios de Filosofía y Literatura, ya que los alemanes cerraron la Universidad Jagellónica de Cracovia. Empezó, por ende, a trabajar en canteras, donde conoció al actor Mieczysiaw Kotlarczyk, el mismo que le integró a la Unia, grupo de católicos que se estableció como red de apoyo a los partisanos y a los judíos que se ocultaban del yugo asesino alemán. Esto le implicó al futuro Sumo Pontífice ocultarse en los subterráneos del arzobispado de Cracovia, desde ese instante comenzó su vida como religioso, en especial cuando leyó a San Juan de la Cruz durante su clandestinidad. En 1943, tomó la decisión de vincularse al seminario fundado por monseñor Adam Stefan Sapieha, cardenal arzobispo de Cracovia; y fue ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1946, a partir de entonces, comenzaba a marcarse la existencia de uno de los Papas más famosos en la historia de la humanidad.

El 13 de mayo de 1981 Mehmet Ali Ağca disparó contra el papa, mientras él se desplazaba por la Plaza de San Pedro en un vehículo abierto. El pontífice fue herido en la mano, brazo y abdomen. Pocos años más tarde en diciembre de 1983, el Papa lo visitó a la cárcel de Rebibbia, conversó con él y le otorgó el perdón.
Como ungido por Dios, Karol tuvo una carrera sacerdotal apresurada, como si la vida tuviese afán, como si el destino supiese que ese sería el Papa que llevaría las riendas de uno de los Estados más importantes del mundo a partir de 1978. Testigo de la crisis económica de Polonia tras la instalación del régimen autoritario por los rusos; el Papa viajero, se encargaba de mediar en las protestas nacidas en el vulgo contra el brutal autoritarismo, solo por la necesidad de preservar la vida.

El 1 de julio de 1986, Juan Pablo II visitó Colombia, como consecuencia de la tragedia de Armero en Tolima; y fue al lugar de los hechos, y frente a una gran cruz oró por un rato y nombró el sitio como lugar santo en honor a los 25.000 muertos de esa trágica escena que tuvo que vivir el pueblo colombiano una semana después del holocausto de la toma del Palacio de Justicia en Bogotá, en el cual murieron 80 personas (o incluso más).
1978 fue un año atípico en el siglo XX, el año de los tres papas: Murió Pablo VI luego de un pontificado marcado por el Concilio Vaticano II y la renovación parcial de la Iglesia que lideraba; asciende el Papa de la Sonrisa, Juan Pablo I, quien tras 33 días de estar en el poder, también fallece. Finalmente, el 16 de octubre de 1978, los cardenales en pleno, a través del cónclave, optaron por nombrar Siervo de los siervos de Dios al cardenal Wojtyla con 58 años de edad y quien en un gesto de solidaridad por su antecesor, quiso llamarse Juan Pablo II. Su mismo nombramiento representó un cambio significativo, después de muchos siglos un Papa no italiano asumía la dirección de la religión que más seguidores congrega en el Planeta Tierra. 

Por sus deseos de conquistar a los jóvenes, creó la Jornada Mundial de la Juventud que se celebra cada dos años en diferentes países del mundo.
Durante su mando, realizó 144 viajes por Italia y 104 por el mundo; su primer destino fue República Dominicana y México, tierra que él escogería como su preferida y construiría un lazo eterno que lo llevó a visitarla en varias oportunidades. En total visitó 129 países diferentes. Su propósito siempre fue posicionar a la Iglesia como faro y guía del mundo contemporáneo. 

¿Qué ha pasado en los últimos 10 años?
Juan Pablo II junto a su sucesor, Joseph Razinger, quien actualmente es el Papa Emérito Benedicto XVI, quien tras 8 años de pontificado renunció por problemas de salud y según él, porque no tenía las fuerzas suficientes para continuar con la jefatura de la religión que más humanos congrega en el mundo.
Ya proclamado como Santo, en la canonización más rápida en la historia, San Juan Pablo II evidenció su trabajo decidido, tal y como lo hace el sol; sembró semillas de paz en Cuba, lugar que visitó en 1998 o en Israel en 1994; también fue famosa su visita a Nicaragua, sus vivencias en Calcuta, su presencia en Colombia después del desastre de Armero. Ese mismo hombre que vivió el flagelo de la Segunda Guerra Mundial, del marcado comunismo del siglo XX y de los dictadores asesinos; se adueñó de su rol, y reconoció la realidad de los pobres, de los humildes, de aquellos que sufren las inclemencias del actuar humano y de la naturaleza.

Al lado de la Madre Teresa de Calcuta
Se fue, físicamente, hace 10 años; tras un pontificado de 26 años; en los cuales se convirtió en el símbolo de la paz y la lucha por evitar que movimientos esclavizadores se adueñaran del mundo. Lo relevó su amigo y colaborador más cercano, Joseph Ratzinger; quien es conocido mundialmente como el Papa Emérito Benedicto XVI, él renunció a su cargo hace dos años, dando paso al ascenso del Cardenal argentino, Jorge Mario Bergoglio, quien en un apego por mostrar una iglesia más humilde, se llamó Francisco.

Me inclino con respeto ante la memoria de esa gran personalidad mundial que marcó, sin discusión, la historia de la humanidad en pleno siglo XX e inicios del siglo XXI. Con diplomacia y astucia, imponía respeto y lucía con claridad, su capacidad intelectual, un políglota reconocido, un hábil jugador de ajedrez, un "Presidente" sagaz que abogó por la justicia, la paz y el respeto de la dignidad y los derechos humanos. Se fue de este mundo, debiéndole a los mortales una muestra de mano dura contra la pederastia y los crimines sexuales de los sacerdotes y eclesiásticos, pero también tuvo la valentía de pedir perdón por los errores cometidos por la Iglesia Católica en algunos siglos.

Junto al Cardenal Jorge Mario Bergoglio, actual Papa Francisco
Nadie olvidará a aquel hombre que se atrevió a desafiar al demonio convertido en comunismo, que gritaba en las Jornadas de la Juventud que era un joven de 80 años de edad, que fue capaz de abrir su mente y volverse más cercano al pueblo. Se convirtió en el reconciliador, en aquel que abrió el diálogo con representantes de las demás religiones que hay en el mundo. La historia evocará a San Juan Pablo II, como el conductor de los estados de Europa Central y Oriental hacia la democracia y la libertad. También, será recordado, como aquel que no le tembló la mano ni se hizo a un costado cuando había que abogar por el buen relacionamiento entre naciones, sobre todo en las negociaciones entre los Estados de Oriente Próximo.

El Papa Viajero, el Papa de la Paz
""Sígueme", dice el Señor resucitado a Pedro, como su última palabra a este discípulo elegido para apacentar a sus ovejas. "Sígueme", esta palabra lapidaria de Cristo puede considerarse la llave para comprender el mensaje que viene de la vida de nuestro llorado y amado papa Juan Pablo II", así expresó el Cardenal Ratzinger durante los funerales del Papa Viajero.


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