martes, 14 de noviembre de 2017

Reflexiones del cambio

Por: Juan Pablo Estrada Arango
Estudiante de Comunicación Organizacional
Institución Universitaria Salazar y Herrera



En un mundo que ha sido sintetizado por el dinero, pensamientos como el consumismo se han convertido en motores fundamentales de nuestra sociedad. Múltiples teorías han avanzado en la concesión de una empresa, ahora denominadas organizaciones, necesidades crecientes, ahora no basta con conocer la oferta y la demanda, pensar en el interior de la organización, en los famosos públicos; son al final teorías que rigen el ámbito pero con una clara intención no lejana de producir más y más. Esta carrera ha provocado enormes impactos en los recursos naturales, en nuestro planeta; la biodiversidad ha sido una de las grandes víctimas. 

En estos estudios hay quienes se atreven a investigar en propiedad sobre las diversas personalidades que componen hoy la organización, múltiples tratados hablan del liderazgo, de la gerencia, de la importancia de los procesos, pero también hay quienes se atreven a denominar personalidades resistentes al cambio, en un texto definidos como autocomplaciente, término que se refiere aquellas personas que viven en una suerte de zona de confort y que se convierte en los opositores de los lideres organizacionales que deseanllevar a la organización a una transformación en sus estrategias, estrategias que con seguridad fueron aprendidas por el líder como fruto de algún proceso académico.

La última frase mencionada deja en evidencia a unos de los principales participantes de la situación actual, si claro la academia no se salva, pues en esta quizás se han forjado un gran número de pensamientos alrededor de las estrategias contundentes y exitosas para los modelos de transformación, en esta es en la que se esboza los sueños de los futuros líderes de la organización. En obediencia a estos asuntos sería interesante realizar una suerte de analogía que permita conectar a los personajes mencionados en el escrito en el ambiente de la academia, con el fin de analizar los efectos del cambio o  transformación dentro de la misma, arrojando quizás efectos de culpabilidad o de inocencia de la academia en el estado actual de la sociedad.

Partir de la premisa de que las organizaciones están conformadas por personas al igual que la academia, permite tener un punto de partida en el que ya comparten el mismo ADN, facilitando el proceso en la analogía. La organización ha tomado a los líderes como aquellos encargados de enseñar al interior de la organización, a los demás empleados o colaboradores como al pulpito alumno, si sin luz; no hay que ser experto en analogías para comprender que funciona igual en la relación docente y estudiante, el cual en la teoría es concebido como el alumno. Constituida la analogía, queda pues el asunto de encajar a la autocomplaciente o al verdadero líder en la cuestión del cambio o transformación de mentalidad, fin último de la academia.

Para la academia, en especial para los programas de educación superior es fundamental, diseñar programas que permitan a los estudiantes encajar perfectamente en una vida laboral, aportando a las organizaciones los conocimientos adquiridos. Ahora bien, debe darse la bienvenida a un  ingrediente crítico para este proceso, el tiempo. En una carrera profesional se toma cinco años en formación, lo que constituye un reto de formar personas a futuro, pero los docentes deben tener un vasto recorrido por la academia, lo que quiere decir que el conocimiento futuro está en manos de expertos en temas del pasado; dejando en evidencia que  el cambio o transformación no es un asunto del pulpito sino que este  es un asunto que puede afectar al mismo líder, y en este orden de ideas el mismo líder podría padecer autocomplacencia.

Dejando fundamentado el tema de reflexión es imperativo contextualizar al lector de este texto, para que pueda desarrollarse un análisis hermenéutico acorde al estatus quo. Como estudiante de Comunicación Organizacional, recibí algunas lecciones de docentes en la universidad. Uno de ellos, Director de pedagogía de la organización; aseguraba que en el futuro cercano en un término menor a un quinquenio: el 80% de la información seria visual o gráfica, además en el mismo escenario tuvo la oportunidad de mostrarse inconforme con la perdida de los “valores” de la ortografía por los nuevos mecanismos de escritura (chats) que ofrecían las nuevas tecnologías para la época; situación que generaba ciertos interrogantes que debían quizás ser debatido en nuestra aula. Paralelamente tenía la oportunidad de cursar una materia llamada Taller del cambio de la cultura organizacional, esta era dictada por el entonces Coordinador del programa de comunicación organizacional; el cual en sus clases era bastante abierto a la idea que se suscitara debates que nutrieran los criterios futuros al respecto del desempeño de nuestra disciplina en la organización. Para esta época era habitual que los docentes utilizaran el correo electrónico con un texto escrito, en uno de estos el docente envía unos documentos titulados el sentido de la urgencia; a los cuales decide titularlos en el asunto “Un gran regalo para la vida”. En estos textos el autor intenta dar un nuevo significado al denominado sentido de la urgencia, considera que las organizaciones debe dársele importancia algunos aspectos relacionados al liderazgo, en él además explica el termino de autocomplacencia, sugiriendo que las personas que padecen este “condición” son resistentes al cambio.

Tal vez este texto en el siglo XXIII no sea leído por todos, deberán buscar expertos en comunicación antigua. Las personas que habitaron el planeta en la revolución industrial no eran conscientes de que la historia los enmarcaría en ese título. Puede ser que estemos viviendo un momento histórico, que así como la iglesia domino el conocimiento en el oscurantismo y en el siglo IX inventara la ortografía, se hable que en el XXI la tecnología cambio lo que el mundo con relación a la escritura concebía.

Hoy la docencia y la gerencia está a cargo de personas del siglo pasado que lideran sobre jóvenes que en unos años serán los docentes y gerentes, que a su vez enseñaran a los que nacieron en el mundo cuando ellos estudiaban, con una realidad, una en la que al igual que todas las anteriores  estaba “amenazada” o “seducida” por inminentes cambios. ¿Cómo puede un estudiante desarrollar habilidades que le permitan ser abiertos al cambio, cuando los “lideres” hoy sienten nostalgia por los cambio de la sociedad?

Es evidente que hoy la academia tiene un gran reto, asegurar que la realidad sea proyectada de alguna forma al futuro, dejando siempre el mensaje en el pulpito de que lo importante siempre es estar abierto al cambio, el aprendizaje nunca para, el denominado espiral del conocimiento nunca debe ser interrumpido; quizás en esta premisa este verdaderamente el sentido de la urgencia y que el aprendizaje cotidiano debe ser lo único que se conserve en el tiempo, aunque la última frase me haga ver autocomplaciente.

Como comunicadores es fundamental que seamos conscientes de nuestra capacidad para informar de una forma asertiva, la información es un paso en el proceso del conocimiento que a su vez es un eslabón de la cultura. Visto así el comunicador tiene herramientas para culturizar al respecto de lo que informe, premisa que lo convierte en un posible aliado en cualquier intento de transformación cultural en cualquier esfera.

En definitiva tuve un “Un gran regalo para la vida”, hoy tengo firmes criterios sobre la necesidad de abrir mi existencia al cambio y quizás la obligación de compartirlos con todos aquellos que me den la oportunidad de hacerlo, tal vez en la organización o quizás en la academia, en la vida cotidiana o donde se presente. Reflexiones de un sencillo estudiante de comunicaciones en un otoño en Europa o un Octubre en América, la última semana en el décimo mes del 2017 en Medellín, Colombia.

PD: Señor lector de comunicación antigua, quiero decirle que en esta época ya se hablaba de la destrucción del planeta, de los peligros de quedarnos sin oxígeno (molécula vital para la respiración humana), pero en aun éramos autocomplacientes para cambiar el estilo de vida.

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