martes, 14 de noviembre de 2017

Mi autocomplaciencia

Por: Leidy Maryori Echeverri Pineda
Estudiante de Comunicación Organizacional
Institución Universitaria Salazar y Herrera


Quiero hacer un paralelo en éste artículo sobre el sentido de urgencia de sobrevivir y vivir, un artículo para reflexionar que somos parte de un todo.

Sí, he pasado los años en un trabajo de urgencia, supliendo lo importante, mirando las estadísticas, buscando aceptación… y es ahí donde empezamos a hacer un nuevo espacio, ése donde cada profesión se desempeña de manera autómata, en el reconocimiento, los halagos, los errores, las despedidas,  y vamos tejiendo todo esto poco a poco, para saber cómo y de qué manera conseguir un lugar en el mundo. 

¡Corremos tanto! que cuando menos piensas estás en el tercer piso de la vida, y sientes que perdiste una década de oportunidades, porque simplemente no tuviste tiempo.

¿Pero, porqué siento que todo es tan complejo, si debería ya de tener una madurez más amplia? Claro, aparece una palabra nueva en mi diccionario, “LA AUTOCOMPLACENCIA”,  ese sentimiento de satisfacción por la propia manera de ser. Sí, me vi reflejada y junto conmigo miles de personas que rodean mi mundo profesional, gente con ansiedad, presión y depresión.

Y mi paralelo va, entre sobrevivir y vivir en contra del poco tiempo que tenemos, por un sentido de urgencia falso de correr, generar y empujar, vivo en un mundo de sobrevivientes que al final de la carrera se logra la meta, pero, ¿Todo esto es ajeno a mi verdadero mundo? Me refiero cuando sales e esa sobrevivencia diaria laboral, y te encuentras con una familia sola, donde cada uno tiene un televisor al frente, un portátil, un celular o el sueño que no da espera; Allí donde deberíamos tener la mayor felicidad al levantarnos día a día, yo he sentido el infortunio de no querer pararme de la cama por no dar los buenos días, o ser la primera en irme para no darme cuenta de lo evidente, ese descontrol, ese desespero de la no aceptación por el otro o la otra, y el corre corre de todos en el imparable mundo del no me importa tu vida. 

¡Ja!, pero ¡SÍ!, me importa tanto lo que pasa en mi punto de partida “El hogar”, que escojo el camino más fácil y hasta divertido, la autocomplacencia y la falsa urgencia como lo expresa  el libro “EL sentido de la Urgencia”.

Sobrevivo y sobrevives si estás en un mundo de complacer a cada persona que se topa en tu camino, sobrevivo si pienso que mi postura es la correcta y aún más sobrevivo cuándo pronuncio ¡que yo soy así y así me quedo!

Sobrevivo en la mentira de lo urgente sin enfoque, sin ruta, sin distracciones, sin nada. Sólo haciendo infinitas tareas para que el otro o la otra cumpla sus expectativas.

Y reflexiono que ¡vivo! cuando me levanto mirando la diferencia y la diversidad de la otra persona, cuando el sentido de mi urgencia se transforma en resultados enfocados, objetivos claros y ganar tiempo para lo importante. El sentido de urgencia verdadero, aquel que me permite vivir, sin posturas, sin cartones profesionales o de Magister, y va dando giros importantes para no dejar que mi tiempo se siga yendo como el agua; así poder mirar a los ojos de alguien y no verlo como competidor, sino como mi socio de equipo en el mismo camino, por un mismo fin, ese fin que se volvió utópico para la mayoría de las personas y es alcanzar la felicidad del ser.

¿Aún me falta mucho por aprender, y a vos?

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