lunes, 11 de septiembre de 2017

¿Por qué nos duele que llamen a Colombia, "la patria de los narcos"?

Por: Jorge Uribe Piedrahita 
Comunicador Social /Organizacional
Periodista
Especialista en Mercadeo Gerencial
Magíster en Administración
Docente Universitario

 
Bogotá, capital de Colombia

El periodista español, José Manuel Vidal, especialista en asuntos religiosos, escribió en el diario El Mundo, sobre los significados de la visita del Papa a Colombia, un artículo que tituló: "Francisco, en la patria de los narcos".

De inmediato, encendió el debate y originó críticas por su "ofensiva, innecesaria y lamentable" narración escrita. Algunos publicaron en sus perfiles de las redes sociales su indignación con la declaración del profesional del Periodismo; hasta el Alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez Zuluaga, redactó una misiva al diario español en la que aboga por el respeto hacia el país, la capital antioqueña, su gente e historia. "¿Es justo llamar "la patria de los narcos" a un país de casi 50 millones de habitantes? Colombia no es la patria de los narcos", resaltó el mandatario local. 

Sin embargo, entre los mensajes enviados por el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica está la reconciliación, y ésta no se logra si seguimos anclados en el dolor que produce que nos recuerden la historia. Medellín se tejió en las décadas de los 80 y 90 por el sicariato, la muerte y el narcotráfico, vivió tormentosos momentos y fue el escenario de una guerra entre los capos y el Estado. La reconciliación exige permitir que las cicatrices se curen, tocarlas para recordar, para evocar aquellos momentos en los que la tierra se bañaba de la sangre de sus hijos. La reconciliación le pide a los sujetos no sentir dolor por el ayer, sino que es necesario mirar el mañana con claridad y contundencia.

El caribe colombiano 
Somos tierra de narcos, de drogas y violencia, vivimos durante 50 años un conflicto que dejó a millones de víctimas, victimarios y sobrevivientes. Somos tierra de gente pobre, con hambruna que muere de desnutrición, marginados y olvidados. Somos tierra de gente que sufre por su vida, que siente miedo y es vulnerable; pero a través de 30 años de historia macabra, de dolor y de ser testigos de la muerte de miles de jóvenes, hoy el país se consolida como un territorio de paz, de ejemplo de solidaridad, de personas pujantes, de artistas y música, de cultura y baile, somos la tierra de los mejores ciclistas del mundo, de personas que tienen voluntad de resistencia y capacidad para soportar. Yo me siento orgulloso de saber la historia de mi país y ver cómo se ha transformado durante las últimas décadas. No le temo a la historia, no le temo a que me digan que acá nació Pablo Escobar, que quieran hacer tributo en su tumba o que hemos sido durante años los mayores distribuidores de drogas en el mundo, tampoco que fuimos tierra de secuestro, pescas milagrosas y muerte. Al fin y al cabo, hemos pasado la prueba y aprendimos para enseñarle al mundo. Aprendimos para permitir que figuras mundiales miren estas tierras y quieran venir. Aprendimos a ajustarnos a las circunstancias y a ver con optimismo lo que se viene. 

Sentir temor a que nos recuerden la historia es abonar a esa actitud lastimera que siempre queremos reflejar en el otro.

Caño Cristales: el río más hermoso del mundo.
Si, somos la patria de los narcos, de los capos y la droga; y con eso cargaremos por siempre; nuestra valentía es decir que también somos la cuna de dos premios Nobel: de Literatura, Gabriel García Márquez; y de Paz, Juan Manuel Santos Calderón; que somos la Patria de la cumbia y el currulao, de Shakira y Juanes, de Nairon y Mariana. De la Miss Universo, Paulina Vega, símbolo de la belleza de las connacionales, somos la Patria del sombrero aguadeño, de la marimonda y el carriel antioqueño, de las flores y el banano, la patria que reúne a los dos océanos más importantes del mundo y que se convierte en la puerta principal de Sudamérica. Somos la Patria de la gente que abraza al saludar, que llora los muertos de otros, que se solidariza ante las inclemencias de la naturaleza y se une para asistir a los que tienen hambre. Somos la patria del café, la patria ejemplo, la patria de la paz... No dejemos que cada vez que nos recuerden la historia sintamos miedo e ira por evocar lo vivido. Al fin y al cabo, hay un refrán maravilloso que dice: “Aquel que no conoce su historia esta condenado a repetirla”. 

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