lunes, 11 de septiembre de 2017

"No dejen que nadie les robe la alegría ni la esperanza"

Por: Jorge Uribe Piedrahita 
Comunicador Social /Organizacional
Periodista
Especialista en Mercadeo Gerencial
Magíster en Administración
Docente Universitario

Francisco llegó a Colombia el miércoles 6 de septiembre.



Un peregrino llegó desde Roma con un mensaje contundente de paz y reconciliación. Su arribo a la tierra de la cumbia y el currulao lo hizo el miércoles 6 de septiembre, cuando las alas de la capital colombiana se abrieron para acoger al Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, un hecho histórico para Colombia. Llegó en el mejor momento sociopolítico del país, con la firme intención de hablar de paz y tratar de curar aquellas heridas que dejaron más de 50 años de conflicto armado entre las fuerzas militares y la guerrilla, llegó para recomendarles a los jóvenes evitar tener vuelo rastrero y mejor disponerse a volar alto. 


Un mensaje a los jóvenes

El primer encuentro lo tuvo con los habitantes de Bogotá a través de la extensa Avenida 26, donde se agolparon miles de pobladores para alzar su mano y manifestarle a Francisco una cálida y cordial bienvenida. Posteriormente, la Plaza Bolívar y el Parque Nacional, fueron testigos de cómo más de 1.500.000 personas quisieron estar presentes en los primeros encuentros entre el Papa argentino y el pueblo colombiano. Francisco se dirigió a los jóvenes, llenándoles de valor y pidiéndoles que se atrevan: "¡Atrévanse a soñar a lo grande!", les pidió el jerarca a los jóvenes. 

Un mensaje por la paz

En Villavicencio, capital de Meta; se reunió con los sobrevivientes del conflicto y sus victimarios para pedirles un compromiso sincero de reconciliación. Allí escuchó a quienes protagonizaron los actos más sangrientos en la historia del país. Tuvo la oportunidad de conocer el Cristo de Bojayá que evoca parte significativa de la historia de violencia que aconteció en el país, sobre todo, la masacre del 2 de mayo de 2002 en este territorio chocoano, cuando en medio de un enfrentamiento entre paramilitares y las FARC, la población que se escondía en la Iglesia recibió un cilindro bomba, causando la muerte de un centenar de personas, incluidos 48 niños.

Un mensaje para la Iglesia y sacerdotes

Medellín, capital católica de Colombia; también fue el escenario perfecto para seguir escuchando los mensajes del Papa con espíritu de sacerdote. "Ahora también la Iglesia es "zarandeada" por el Espíritu para que deje sus comodidades y sus apegos. La renovación no nos debe dar miedo", indicó el Sumo Pontífice ante millones de fieles reunidos en la ciudad de la eterna primavera. Desde Bogotá, el jerarca siempre quiso pedirles a los líderes religiosos que no se creyeran políticos, que recordaran siempre que eran pastores. 

Finalmente, Cartagena fue el último escenario en el que Francisco compartió con los colombianos. Fue allí donde tomó la decisión de visitar a los más pobres y acercarse a los desfavorecidos para ser ejemplo de solidaridad con aquellos que sufren ausencias, que son vulnerables y que aún, en medio de la escasez, son ejemplo de alegría y optimismo. 

Contexto


Como colombianos no deberíamos quejarnos por los aspectos negativos de la visita de Francisco: que faltaron sillas, que mucha basura después de los eventos multitudinarios, que el tracón, que caos vehicular... Yo me quedo con varios aspectos positivos para el país: generación de empleo, centramos la atención del mundo, fuimos capaces de llevar a cabo los eventos multitudinarios más importantes del nuevo milenio, siglo y década en la nación... pero sobre todo, me quedo con la capacidad del Papa para transmitir su mensaje de reconciliación y paz. No es adoración a una figura, es conectarse con un lenguaje claro y unos mensajes que transmiten, que enseñan y orientan. Estudió muy bien las costumbres de este pueblo para poner ejemplos de lo cotidiano, para recordarnos que la arepa no puede faltar en el desayuno, que un encuentro deportivo entre Atlético Nacional y América, sería muy especial, que el sombrero aguadeño y el carriel son instrumentos de nuestra tradición y que aunque Medellín fue el escenario de una violenta ola de sicariato y narcotráfico en la década de los 90s, hoy se levanta entre las cenizas para dar ejemplo al mundo. De eso también aprendí: no temerle a hablar del pasado, porque finalmente, cuando las heridas cicatrizan, podemos tocarlas, recordar lo vivido y tratar de evitar volver a pasar por esos instantes.

El Papa terminó su visita, pero seguro al país le deja uno de los mejores septiembre de su historia. Me alegro por las personas que se sintieron plenos por verle y que hicieron todo para estar a su lado y compartir en una misa o en un evento especial. #GraciasFrancisco.

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