Por: Jorge Uribe Piedrahita
Comunicador Social /Organizacional
Comunicador Social /Organizacional
Periodista
Especialista en Mercadeo Gerencial
Docente Universitario
Ante la “repentina y no anunciada muerte” de San
Hugo Chávez, ocurrida, supuestamente, el 5 de marzo, inició un proceso de
beatificación que dividió a la opinión pública entre los “lambones” del
socialismo, que ahora pasa más al mesianismo, y los defensores de la democracia
en América. Los primeros abogando por la santificación de un mártir, del primer
Cristo latinoamericano, de aquel Jesús que llegó en cuerpo de simio a llamarse
Hugo y a jugar al Robin Hood del Siglo XXI. Los demás simplemente quieren que
regrese la calma a uno de los países más ricos de la región y a que se respete
la constitución.
Luego de las honras fúnebres, que más parecía el
entierro del hijo amado de un continente, se convocaron las elección para el 14
de abril, en las que se enfrentarán el candidato de la oposición Henrique
Capriles y el cardenal in pectore, Nicolás I Maduro. Para algunos expertos,
Nico tiene asegurado el trono por aquel sentimentalismo que produce la partida
de un ser querido. Sin embargo, analizando profundamente la situación que vive
hoy el país del petróleo latino, después de 14 años del gobierno de Chávez, el
próximo presidente estará condenado al fracaso, por eso no quisiera ser el
heredero de Chávez.
En primer lugar, Chávez redujo, significativamente,
la desigualdad y la pobreza en Venezuela. Según el informe “Estado de las
Ciudades de América Latina y el Caribe”, emitido por el Programa de las
Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, ese país es el menos desigual
en términos socio-económicos en el área continental. Igualmente, los esfuerzos
del pajarito Chávez lograron una mayor integración regional entre Latinoamérica
y el Caribe, desembocada en la CELAC y sus buenos resultados.
Lo malo
Los errores administrativos de Chávez, tarde o
temprano, tendrán consecuencias inimaginables, por un lado la deuda externa de
Venezuela ha aumentado sin consideración, con una tasa de crecimiento acelerada
desde 2007; lo que llevó a una devaluación del bolívar del 32%, dada por la
alta inflación que va en el 20%, so pena de estar en un tiempo de bonanza para
el petróleo con el precio del barril encima o cerca a los 100 dólares.
Seguidamente, la producción petrolera ha
disminuido, de aproximadamente 3,1 millones de barriles por día en 2001, a 2,3
millones en 2010. Eso es consecuencia de los cambios suscitados en PDVSA, la
empresa que sostiene el hogar, pero sumamente sumergida en el mundo político,
allí no administran verdaderos profesionales, sino que la dirección y las más importantes
decisiones, son asumidas por los seres queridos de Chávez y aquellos “lambones”
del socialismo sembrado por el fallecido mandatario, que según Maduro ya está
frente a frente de Cristo y pronto formará una revolución bolivariana en el
cielo. Que Dios se ayude a sí mismo.
El gran error es tener a la compañía que sostiene
la casa como instrumento político: La oposición convoca cese de actividades
para provocar la renuncia el simio. Y el oficialismo la declaró la empresa roja
y quienes no estuvieran de acuerdo debían buscar el exilio. Sacar a tanto
opositor para sustituirlos por camioneros y gente del vulgo, llevó a una caída
de la productividad. Cabe anotar que no es que la gente no educada no pueda
liderar, pero este tipo de compañías merecen a profesionales idóneos que sepan
de maniobras financieras, comerciales, logísticas, entre otras.
Paralelamente a la escasez de alimentos, a las
crisis energética y carcelaria y a contar con un pueblo que se está
acostumbrando a que lo mantengan, se presenta una oleada de violencia en todo
el territorio venezolano. Lo primero se presenta por las nacionalizaciones y el
poco interés que tiene el mundo en invertir en un país liderado por aquellos
que ponen por debajo de sus intereses y sus falsas ideologías, el bienestar del
pueblo; y lo segundo, porque para nadie es un secreto que Chávez armó al pueblo
para que sea éste, el encargado de apoyar la prolongación de su mandato en el
tiempo. Venezuela se ha convertido en la jaula de narcotraficantes,
guerrilleros y grupos al margen de la ley. Para dar un ejemplo básico, el
Secretariado de las FARC tienen grandes zonas de refugio, bueno, tenían, porque
ya Colombia los está sosteniendo en las paradisíacas playas cubanas.
En conclusión, el próximo presidente, ya sea Capriles,
que no creo; o Maduro, que muy seguramente será por la Chavelización de las
instituciones encargadas de vigilar los
comicios, recibirá un país que cree que lo bueno y los logros son del
comandante Chávez, San Hugo, el pajarito que le quitó el puesto al Espíritu
Santo, el Cristo registrado con los apellidos Chávez Frías… pero las
dificultades y las reformas que se deben implementar después de decisiones
improvisadas, serán culpa de Maduro o en su defecto, de Capriles; porque como
dijeron en un medio: A Maduro le tocaron las vacas flacas, condenado por su
propio mentor, al fracaso.
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