martes, 16 de julio de 2013

Una década sin Celia Cruz

Por: Jorge Uribe Piedrahita 
Comunicador Social /Organizacional
Periodista
Especialista en Mercadeo Gerencial
Docente Universitario


"Mi voz puede volar, puede atravesar cualquier herida, cualquier tiempo cualquier soledad, sin que la pueda controlar toma forma de canción, así es mi voz, que sale de mi corazón y volará."

Nunca voy a olvidar la primera vez que vi a Celia, pues templó el coliseo cuando la negra gritó "¡AZÚCAR!" 


Mucho antes que existiera la salsa, existía una voz monumental, explosiva presencia escénica, alegría y vigor, huracán de sabor, azúcar y tumbao. La figura más influyente en la historia de la música afrocubana. Celia Cruz logró trascender culturas y generaciones llevando a otros continentes la magia y los ritmos de su tierra. 

Más de 70 álbumes e innumerables discos de platino y oro, 19 nominaciones y cinco veces ganadora del premio Grammy. Celia apareció en más de 10 películas y grabó con los más altos dignatarios de la música. La "Guarachera de Cuba" construyó un puente al corazón de cinco generaciones, sus ritmos son eternos al igual que su legado. Celia, la diosa indiscutible de la música latina.

El 21 de octubre de un año indeterminado, el humilde barrio Santo Suárez de La Habana en Cuba vio nacer a la estrella que inmortalizaría su nombre en todos los rincones del universo, porque está claro que esa bella tierra adquirió su fama gracias al talento de Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso de la Santisíma Trinidad, quien como un diamante recorrió el Planeta Tierra para hacer que los humanos bailaran y cantaran al son y el tumbao de su música.

Soñó con ser profesora de escuela, tener muchos hijos y ser una buena esposa. Sin embargo, el destino ya le tenía encomendado ser una de las grandes cantoras del mundo. En 1950, de la mano de La Sonora Matancera, inició una carrera de éxito que la llevaría a ser reconocida en el ámbito internacional como la "Reina de la Salsa" y la voz potente que era capaz de hacer vibrar a un conjunto de personas con tan solo decir: "¡Azúcar!". 

Aunque no vivió en Cuba, Cuba vivió en CELIA CRUZ



Fue la segunda hija de un fogonero de los ferrocarrilles, Simón Cruz, y de Catalina Alfonso Ramos. Creció al lado de sus tres hermanos Dolores, Gladys y Bárbaro, a quienes mimaba con sus canciones de cuna, desde ese momento evidenció un talento mágico y sorprendente, el cual quiso explorar, aunque don Simón quería que ella fuese una maestra. Sin embargo, el destino ya estaba trazado, Celia sería una de las más importantes cantantes del mundo, por ello abandonó sus estudios e ingresó al Conservatorio Nacional de Música, para años más tarde alcanzar la fama que la ha mantenido vigente en más de seis generaciones. 

Los años hacen a las leyendas, pero en el caso de Celia, la leyenda se hizo con base en rumba, en guaracha, risas y guaguacó. Después de participar en concursos radiales, ingresó como vocalista de La Sonora Matancera en 1950; diez años más tarde, el grupo abandonó a Cuba tras el  ascenso al poder de Fidel Alejandro Castro, y en 1962 Cruz se casó con el amor de su vida: Pedro Knight, uno de los trompetistas de la banda. Con su "cabecita de algodón", dedicó su vida entera al Yerbero Moderno, al usted abusó, a la vida es un carnaval; a todas esas canciones que brillaron con luz propia en cada parte del universo, porque desde China hasta Colombia, la voz de la Reina de la Salsa, retumbó en los corazones de los humanos.

"My english is not very good looking" (Mi inglés no es "muy guapo)

Durante 15 años, brilló la era dorada de Celia Cruz con La Sonora Matancera, y en 1966, la Guarachera adquirió la nacionalidad estadounidense, so pena de esto, nunca pudo aprender muy bien el inglés. En 1973, Celia entró al mundo de la salsa, se alió con el pianista y artista exclusivo del sello disquero Fania, Larry Harlow, y encabezó un concierto de música afrocubana en el Carnegie Hall de Nueva York. Desde entonces inició una vida cargada de éxito. 

"La rumba me está llamando, bombo dile que ya voy, que me espere un momentico así, mientras canto un guaguancó, dile que no es un desprecio, pues vive en mi corazón. Mi vida es tan solo eso: Rumba buena y guaguancó", eso era la existencia de Celia, hacer gozar y bailar a todo aquel que escuchaba su monumental voz.

De su Cuba soberana hasta del mundo que la alabó, recibió diferentes títulos, aunque, el que ella prefería era "La Guarachera de Cuba". Cantar para ella era como ser dueña del universo. Su encanto personal unido a los ritmos calientes de su tierra, encendieron una explosión de interés en el género de salsa por parte del público anglo y europeo. Y es que cuando Celia cantaba el mundo se movía y las barreras del idioma desaparecían. Su talento trascendió generaciones y estilos. Su universo musical dejó una fabulosa herencia para las futuras generaciones de artistas. Celia con su voz marcó uno de los capítulos más importantes para la música latina. 

Además de inmortalizar la salsa, dejó patentada su imagen cargada de pelucas, maquillaje, vestidos brillantes y conjuntos de zapatos. Cuando Celia Cruz pisaba un escenario la atmósfera cambiaba, la descarga eléctrica de su presencia y su indumentaria la hicieron única. Con clase y distinción, sentido del humor y gusto por la música, mantuvo intacta la pasión por la salsa. 

Si la música fue uno de los amores de Celia Cruz, otro de sus amores fue Pedro Knight, juntos supieron compartir los triunfos y la vida. Una larga carrera, un gran amor, y la admiración de su público, un público que distinguía en Celia Cruz que lo más importante era la esencia de su espíritu y esa impecable sencillez que la caracterizaba.

En 1990 viajó a Guantánamo (Cuba), para dar un concierto. Cuando salió de la presentación, luego de muchos años sin poder visitar su país natal, se llevó en una bolsa un puñado de tierra, la misma que pidió que fuera colocada en su ataúd cuando muriera. 

Esa negrita siempre tuvo su tumbao



Ni el cáncer le quitó la alegría y aún 10 años después de que falleciera una tarde en su casa en Nueva Jersey, cada vez que se menciona su nombre, llegan recuerdos de una Celia feliz, con esa sonrisa que aparece en casi todas sus fotografías. Ni un gramo de amargura se vio en la vida de la cubana, quizás por su eterna sobredosis de ¡AZÚCAR!

La vida siempre será un carnaval, la albahaca seguirá siendo para la gente flaca, y Celia Cruz será, eternamente, la reina indiscutible de la música.

Celia: El mundo entero te aclama por darle voz y alegría a tu sentir. Venezuela y Panamá, Colombia y Dominicana, toda mi tierra latina, tiene una deuda contigo, pues tú eres punto fijo, referencia sin igual para el que quiera llegar al alma de los latinos. ¡Viva Celia, viva Cuba! ¡Viva la rumba y el son! ¡Viva América Latina que llevas en tu corazón! ¡Viva Celia y cabecita de algodón! El mundo entero la quiere, pero más la quiero yo.